29 de noviembre de 2006

Atención, landismo

Durante la semana pasada no escribí mucho en este blog (si bien no escribí anda de nada). Existen varios motivos como la falta de ganas, pero sobretodo el exceso de trabajo y los viajes.

Estuve por primera vez en mi vida (increible, pero cierto) en la capital de nuestra gran nación, Madriz en un congreso por motivos de trabajo.

Allí finalmente me cercioné de que Castellón es un pueblo, pero pueblo, pueblo, y que aunqe siempre me haya creido una intelectual- decadente , nunca lo seré. Porque en realidad solo soy una paleta. Allí me sentí como Alfredo Landa en Pepe, vente para Alemania.

Por dos veces fui el objeto de carteristas, a veces exagero, estando en un resturante cenando llegó un niño y el camarero lo hecho, porque segun él era un ladronzuelo. En su breve estancia miró de reojo mi bolso y así fue como fui v´citima por primera vez de la delincuencia. La segunda fue en el metro y estuve tan cerca de ser asaltada como en la primera ocasión.


Durante mi estancia pasé más tiempo en el metro que en prácticamente nungún otro lugar, siempre me ha parecido lleno de romanticismo esos vagones vacios (por eso no hay que cogerl en hora punta), sucios. La gente lee cualquier cosa con tal de no tener contacto visual con el resto de personas, por eso la prensa gratuita tiene tanto éxito en los metros. Algunas personas me habían advertido sobre no tener contacto visual directo con otras personas en el metro, no atendi apra nada este consejo y sin embargo no recibí ninguna bofetada, aunque si muchas miradas de reprimenda.

Lleno de músicos terribles, el 90% de aquellos que escuché eran muy malos, de hecho algunos creo que ni siquiera sabían tocar. Con excepción de un chico con trompeta que tocaba jazz de la época beebop, ese fue el mejor recuerdo de la semana.

Para mi Madrid no es exactamente un lugar físico, entraba en el metro y tras breves minutos aparecía en un lugar completamente diferente, más parecido a la teleportación que al transporte, el metro proporciona una sensación de surrealismo y confusión que no se puede adquirir con ningún otro medio de transporte que conozca.

¿Habrá en los conductos de metro una sociedad escondida, los madrileños que se atrevían a mirar a los otros a los ojos en el metro han acabado allí excluidos?

6 comentarios:

FAC dijo...

Por Mitra, yo voy mucho a Madrid por curro y nunca me pasa eso. ¿Soy diferente? Tal vez sea por mi tamaño pero nunca han intentado robarme.

Y claro, si uno se dedica a recorrer con mirada pensativa las librerías de viejo entre San Bernardo y la Calle del Pez queda vacunado contra el landismo.....

O eso, o soy un pedante insufrible.

Estrellita Mutante dijo...

Yo creo que a los que somos paletos se nos ve en la mirada, intentaba pasar desapercibida y no ir con la cabeza hacía arriba mirando edificios o señalizaciones como si no superiadonde estoy, creo que eso me delató.

Además tu eres muy cosmopolita.

Anónimo dijo...

Tras leerte, confesaré que la primera vez que fui sola a Madrid y tuve que coger el metro sola, valga la redundancia, me quedé atascada con la maleta en las aspas giratorias del metro, entre el agobio que me estaba produciendo la situación y los nervios por no parecer paleta, la escena fue dantesca....sin omitir que después andaba con paso más que acelerado por los túneles desérticos del metro, por miedo a que de una pared saltara un atracador a desposeerme de todo lo que llevaba.
Todo esto no pasó hace tanto tiempo....

Anónimo dijo...

el metro es un lugar curioso, pero nunca me he sentido inseguro en él ni en una calle madrileña, de hecho es uno de los pocos lugares que asocio totalmente a la lectura.

además no te ahce falta ver la lista d elso 40 pricnipales o del babelia, los más vendidos de todo se ven allí.

Pero sabedlo amigos en Madrid las calses existen. los que van en metro y los que dominan el autbous y empeizna a concer la superficie.

Hay un gulag para ti.

Estrellita Mutante dijo...

No me malinterpretes, adoro el metro. Cuando estaba en Roma y me encontraba chunga me subía al metro y me pasaba horas allí leyendo (y nunca compraba billete).

FAC dijo...

A mí me gustan los metros, me dedico a mirar a la gente, con cuidado para no parecer un asesino psicopata.

Supongo que siento cierta fascinación por todos aquellos lugares donde la gente se mezcla, independientemente de sus gustos o condición.

Ves a un punkarrilla junto a un pijotero y cerca se sienta la chica tímida leyendo la nueva sensación literaria, entran dos jovenzuelos empujando a un viejo mientras hablan de Warhammer o de futbol.