Tras ocho horas de trabajo delante del ordenador evito en la medida de lo posible tocar otro teclado, es el motivo por el que en tres semanas no he actualizado el blog, no he contestado emails y mi disco duro está lleno a rebosar ya que también he evitado grabar ni una peli en deuvedeses.
Finalmente vuelvo a mi despacho, donde el palabro 'depresión posvacacional' cobra toda la magnitud de su sentido. Con la certeza de que el trabajo se ha ido acumulando más si cabe en estas tres semanas de descanso comienzo sin la intranet (y por tanto muy desconcertada) y con una clase que preparé antes de vacaciones y que ya ni recuerdo.
En próximas entregas los mitos artúricos en Francia y mi próxima muerte cerebral.
5 comentarios:
Me uno a la muerte cerebral posvacacional y anuncio mi próxima intención a presentarme a cualquier tipo de oposición que me deje tiempo para no hacer nada....en estas vacaciones he sabido lo que valoro la calidad de vida.
Donde quedaron los años de la mujer mantenida que dedicaba sus hora a la composición floral
Yo me presento voluntaria para mujer de rico (excéntrico o no). Mantenida y feliz, ya tengo aficiones suficientes para llenar todo el día.
PD. Malditas feministas que me han jodido la vida.
Bienvenida de vuelta al mundanal ruido. Por cierto, ¿se apunta para una cacería y posterior linchamiento de aquél que afirmó que "El trabajo dignifica"?
Usted también ha vuelto? Qué alegría. Yo acabo de llegar. Willkomen. No sé si el trabajo dignifica, desde luego no hace libre, pero si no existiera el ocio no tendría ni la mitad de calidad...
Quién dijo que el trabajo dignifica seguramente era un tullido leproso y con la cara llena de granos. Ya se pueden imaginar lo que pienso de la frase. Me parece horrible dedicar un tercio de cada uno de mis días a trabajar para otros y cobrar una miseria que apenas me da para todos mis vicios, ay!
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