12 de marzo de 2009

Cinecalipsis: las 3 peores (e imprescincibles) películas de la historia

Corría el año 1966 cuando el libro La condición posmoderna de Lyotard comenzaba a adquirir cierta fama a nivel mundial. En su texto establecía los principios que guiaban una nueva etapa filosófica, política y social conocida como la posmodernidad.

En el mismo año un contemporáneo de Lyotard, Hal Warren estrena en los cines su película ‘Manos: The hands of fate’, escrita, dirigida y producida por el mismo. Warren era un simple vendedor de fertilizante que apuesta con su amigo y guionista Stirling Silliphant que será capaz de hacer una película de terror de éxito con un presupuesto muy bajo.


Warren consigue una pequeña suma de dinero, 19.000$ según la IMDB, y promete a los actores una parte de los beneficios de la película. La película fue filmada en 16 mm con una cámara que sólo podía grabar durante 32 segundos, que es una explicación posible para muchos de los errores de continuidad. Saltos de eje, fallos de racord, miradas a cámara, textos olvidados y una casi total ausencia de la elipsis son palpables desde el primer momento.

El título en cuestión es una historia de terror en la que una familia se pierde durante un viaje terminando en una extraña casa donde un peculiar personaje, Torgo, trata de revivir a su maligno maestro. El propio director da vida a Michael, el padre de familia, en la película.

Aunque la película es estrenada, no se obtienen ningún beneficio, por lo que los actores no recibieron ni un centavo por su participación, tan solo insultos y desprecios del irascible vendedor de fertilizante venido a director de cine. Finalmente la película se retoma como icono de la serie B cuando es emitida por el programa de televisión Mystery Science Theater 3000. La fama adquirida le vale una edición en DVD y diversas adaptaciones humorísticas al teatro (‘Last Rites Productions’ y el musical ‘Rock Opera of Fate’).

Hall Warren solo hizo una película en toda su vida, y aunque en la IMDB está puntuada como 1,5 sobre 10, posiblemente la nota más baja, no ha pasado a la historia como el peor director de cine. En 1924 nace el personaje que da sentido al concepto de posmodernidad en su versión más bizarra y extraña.

Ed Wood es considerado el peor director de la historia, aunque Plan 9 de Espacio Exterior se lleva un ‘merecido’ 3,6, que quizá podría haber rebajado cometiendo, si cabe, más despropósitos en la dirección de esta absurda película.


Unos extraterrestres llegan al planeta tierra. Con sus armas eléctricas son capaces de devolver a la vida a los muertos para de esta forma generar caos y miedo, de esta forma pasar desapercibidos ya que los humanos centran su atención en los muertos vivientes. A pesar de que el argumento parece sólido, la película es una excusa para poder sacar los últimos minutos de metraje que Wood grabó de Lugosi.

Cuando Tim Burton rodó en 1994 la insólita vida del homónimo director, convirtió al personaje en un cineasta de culto pulp. Aunque introdujo ciertas escenas de ficción, como el encuentro entre Wood y Orson Wells, Burton fue capaz de caracterizar la extraña personalidad del que combatió en la Segunda Guerra Mundial con ropa interior de mujer y que justifican tales despropósitos de películas.

Menos conocido, aunque en una eterna disputa por ser el director más nefando, encontramos a Al Adamson, nacido en 1929, y prolífico director de películas de serie B sobretodo durante las décadas de los 60 y 70. En tan solo 18 años ‘dirige’ alrededor de 21 películas, todas ellas de un gusto relativo. Una vez abandona el cine, se convierte en un agente inmobiliario, consiguiendo mucho más éxito del que nunca conoció en la industria cinematográfica. En 1995 desaparece durante 5 semanas y finalmente su cuerpo es hallado lapidado en bajo el enlosado de su recién remodelado cuarto de baño.

En 1970 rueda Horror of the Blood Monsters –con un, atención, 1,6 en la IMDB-. Un grupo de vampiros espaciales (los Tuberton) ataca la Tierra. El Doctor Rynning, explorador y científico, decide erradicar el problema en su origen viajando a la galaxia de donde proceden dichos monstruos. Aunque el desconocido y nuevo planeta tiene un aspecto parecido al de la tierra, su atmósfera sufre cambios cromáticos debidos a radiaciones. Durante la exploración, la tripulación se verá asaltada por los peligrosos vampiros. Para escapar de una muerte sangrienta, deberán luchar contra los habitantes de este incierto mundo.


Vampiros prehistóricos, hombres-langosta, hombres-murciélagos, diálogos absurdos (con extrañas y poco meditadas conclusiones de los protagonistas), junto con excusas baratas para utilizar el cromatismo en el film, hacen de esta cinta una maravilla extraordinaria. Como Ed Wood, Adamson coge trozos de metraje de otras películas para insertar planos de dinosaurios y batallas, con resolución trágica, pues no deja de chocar que mientras los personajes principales se encuentran en un páramo desértico, los dinosaurios campen a sus anchas por algún lugar más parecido a una selva tropical. Eso, por no mencionar, el que la aparición de estos mastodónticos animales no tiene relación alguna con el argumento de los vampiros del espacio exterior. Quizá si Tim Burton hubiera escogido a Al Adamson otro gallo cantaría, pues Al Adamson fue un genio del cine-cutre.

Lo posmoderno trajo algo grande y a la vez trágico, la exaltación de la cultura popular sea cual sea su origen y calidad. De repente todo el folklore era válido lo que abrió la veda para que el pueblo llano se pusiera a desarrollar sus habilidades artísticas. Se comienza a confundir lo bueno con lo malo y la serie B es llevada a la categoría de obra maestra en una exaltación sin sentido de la cultura pop más trash e infumable, a la vez que deliciosamente divertida.