¡Es la semana de la muerte¡, ayer, día de todos los santos, estaba viendo un insulso programa en la tele en el que hacían un super reportage de investigación en el que visitaban las tumbas más visitadas estos días entre las que estaban la de Paquirri, la de Rocío Jurado, la de Miguel angel Blando y el cementerio que aparece en la última película de almodóvar. Este país sigue adorando a toreros y tonadilleras, aunque esto no es una novedad.
La muerte es un producto mediático, ya lo vimos en el entierro de Arafat o la misa a Juan Pablo II. Los lugares importantes de nuestras ciudades y las calles están dedicadas a personas muertes, plazas en honor a los caídos en guerras y cruces de carretera llenas de flores para los muertos en accidentes en coche.
El origen de los ritos funerarios no es claro, según algunos antropólogos comenzaron para evitar la descomposición de los cadáveres, pero sin duda el carácter animista de los ritos es fundamental, la creencia en la vida después de la muerte se evidencia con los objetos personales y alimentos, etc que dejan en las tumbas de los seres queridos. Quizá el muerto necesite algunas monedas para pagar al barquero.
Pero la muerte es un tabú en nuestra sociedad, a pesar de que es un fenómeno que se vive de forma diaria. La vida en sí como proceso de etapas está llena de tabues, como la mentruación, la primera erección o la menopausia, pero la más censurada de ellas es la muerte, no tanto como estado, sino como proceso (morituri, el que va a morir) dinámico.
El deceso comienza con la vejez que, para muchos, es difícil de asimilar, ancianos que afirman encontrarse ‘como un chaval’, ‘para mí no pasan los años’. La obsesión por no envejecer, reafirmado por la cantidad de productos anti-edad.
Los seres humanos tenemos un conciencia de permanencia, nos aferramos a la idea de que nuestra situación actual no cambiará nunca, negamos el cambio porque es un proceso dinámico que inevitablemente nos lleva a la muerte. Es tal el terror que usamos gran cantidad de disfemismos para no referirnos a ella de forma directa (un fiambre, palmar) aunque también eufemismos (fallecer, pasar a mejor vida).
De ahí que la muerte súbita sea estadísticamente tenida como la más deseable, porque carece de periodo transitorio. Aunque esto no sucedía hace unas décadas, se consideraba como mala la muerte repentina porque no daba tiempo a realizar los reparativos terrenales –entierro, testamente-, ni a despedirnos de los seres queridos.
“De ahí que la muerte es vivida como el fracaso más estrepitoso de nuestra idiosincrasia. Es misteriosa, imprevisible y anticonsumista, justo los tres valores que más se oponen a nuestras pretensiones culturales: control y seguridad, previsibilidad y consumo”. (Jose Luis González de Riera, psiquiatra)
Las personas ya no mueren en el hogar rodeadas de sus seres queridos, un 60% de las personas mueren en los hospitales, más el 10% que mueren en residencias, solo el 30% mueren en su hogar y la mayoría de veces son ancianos que mueren solos.
La vejez es un tabú y los ancianos son aislados de la sociedad, ya no viven con sus familias, sino que están solos en sus casas o en residencias. Por una lado la nueva familia no tiene tiempo para dedicarle a sus anciano, pero por otro lado no nos gusta tener cerca de las personas que nos recuerdan que el proceso de la muerte también nos llegará a nosotros, los alejamos, aunque eso no nos asegura evitar la muerte. Los moribundos son reducidos a enfermos de los que casi nadie quiere saber nada.
Ese proceso del morir es fijado cultural y socialmente, por eso no se entiende el muerto de la misma forma en todos partes, ¿quién esta muerto y quien no?. Antes moría la persona que dejaba de respirar, ahora está muerto si su encefalograma es plano, aunque para algunas sociedades el muerto no es tal, hasta las exequias.
En las sociedades postindustriales la muerte es cada vez un tema más clínico, los rituales se comienzan a perder, no se visitan los cementerios, los velatorios han desaparecido, no acompañamos a los moribundos en sus últimos momentos y nos negamos a aceptar el hecho inevitable del proceso de morir. La mayoría de nosotros morirá consciente de su paso, pero no estaremos preparados para aceptarlo, lo cual provoca más miedo.
Mi última experiencia con la muerte me provocó una gran clarividencia, cuando la muerte es aceptada el proceso no es tan doloroso. Mi abuelo fue consciente y se despidió de todos, rodeado por su familia y las personas que le querían. No pondría mi mano en el fuego afirmando que está allí arriba mirándome (a él le confundiría terriblemente esto de los blogs), pero sin duda deseo para mí una muerte similar.
¿Ya has pensado como quieres morir?
8 comentarios:
Creo que el deseo de muerte súbita se debe más al miedo al dolor que al tránsito de la vejez.
Antiguamente la muerte era concebida como un paso natural, la importancia recaía en la vida y en el uso que se hacía de esta, en contra partida el sexo era un tema tabú.....¿hoy en día que es más importante el cómo vivimos o qué queremos dejar cuando muramos?
Yo no quiero morir sola
Creo que el deseo de muerte súbita se debe más al miedo al dolor que al tránsito de la vejez.
Antiguamente la muerte era concebida como un paso natural, la importancia recaía en la vida y en el uso que se hacía de esta, en contra partida el sexo era un tema tabú.....¿hoy en día que es más importante el cómo vivimos o qué queremos dejar cuando muramos?
Yo no quiero morir sola
Pero nuestra tolerancia hacía el dolor es cada vez menor, antes aguantaban su dolor, las lumbalgias, los dolores de cabeza, etc. Como mucho se tomaban una tila o algo natural. Ahora nos ponemos hasta el culo de medicamentos procesados quimicamennte, al menor síntoma nos medicamos.
Lo cierto es que antes la gente aceptaba mejor la muerte, muchas veces suponía el cese del dolor. Sin embargo hasta el culo de calmantes no sabes si te mueres o si has tomado metaanfetamina (es un decir).
PD: creo que este blog solo lo lees tú y aquí una servidora.
Creo que tú blog lo lee más gente de la que te piensas, lo que es difícil es dejar un post.
A pesar de ser medicada homeopáticamente soy una adicta a la automedicación, porque sufrir cuando te pueden drogar....he visto el paso a la muerte unas cuantas veces en enfermedades largas y dolorosas y no creo que el ser consciente de tú muerte sea algo que dignifique más.
¿Quieres dejar de llevarme la contraria?!:
1. Este blog solo lo lees tú y...
2. Acepta tu muerte de una vez, coñe.
=P
Hola,
La muerte no puede ser peor que dos hembras poniéndose trascendentes.
Fallecido
Internet aquí funciona bien pero no hay quien viva sin acceso a la pornografía..
Siento contradecirte, Estrellita, pero lo leen más de dos personas. A mí me encantó el plan de suicidio que estuvo tramando Lucho hace unos años:
Ingredientes: SuperGlue, cinta métrica, mucho alambre, un balcón que no sea del primer o segundo piso.
Metodología: Corta dos trozos de alambre de la misma longitud, en función de la espectacularidad deseada. Enrollar el primer alambre a los pies y el segundo al cuello, y fijar ambos a algo que no vaya a soltarse cuando nos tiremos. Pegar con SuperGlue tus manos a tus mejillas y saltar: cadáver decapitado instantáneo con la cabeza agarrada.
Si algún día tuviera que suicidarme (cosa que no haré: soy demasiado vago y prefiero que me mate cualquier otra cosa) lo haría así :-)
Yo me metería heroína a gogo -por lo menos para probarla una vez- miestras escucho Such a perfect day. Por eso alguna música es diabólica, !mira lo que nos hace hacer el rock!
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